Page 123 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
P. 123

11








                                                  ALIÓ  DE  LA  HABITACIÓN  y  comenzó  a

                                                  subir  mientras  Basil  Hallward  lo  seguía  de
                                                  cerca. Avanzaban en silencio, como lo hacen de
                                                  noche  los  hombres  por  instinto.  La  lámpara

                                                  proyectaba sombras fantásticas sobre la pared y
                                                  la  escalera.  Un  viento  que  empezaba  a
                                                  levantarse hacía vibrar algunas de las ventanas.
                                                      Cuando  llegaron  al  último  descansillo,
               Dorian dejó la lámpara en el suelo y, sacando la llave, la hizo girar dentro de

               la cerradura.
                                                         ⁠
                    —¿Insistes en saberlo, Basil? —preguntó bajando la voz.
                    —Sí.

                    —Será  un  placer  —murmuró  sonriendo,  y  a  continuación  añadió  con
                                 ⁠
               cierta amargura—: tú eres el único hombre en el mundo con derecho a saberlo
               todo sobre mí. Has tenido que ver con mi vida más de lo que crees.
                    Y, tomando la lámpara, abrió la puerta y entró. Una fría corriente de aire
               los atravesó, y la luz se volvió por un momento una llama de color naranja

               oscuro. Tembló.
                                                       ⁠
                    —Cierra la puerta tras de ti —dijo mientras dejaba la lámpara en la mesa.
                    Hallward  echó  un  vistazo  a  su  alrededor  con  una  expresión  de

               desconcierto.  Un  tapiz  flamenco  descolorido,  un  cuadro  cubierto  por  una
               cortina, una vieja cassone italiana y una estantería casi vacía: eso era todo lo
               que parecía contener aquel lugar además de una silla y una mesa. Mientras
               Dorian Gray encendía una vela medio consumida que había sobre la repisa de



                                                      Página 123
   118   119   120   121   122   123   124   125   126   127   128