Page 330 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz
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          La noche del 18 de mayo la Ciudad de los Anillos estaba en vilo, la
          ciudadanía vaticinaba un desenlace sangriento, existían dos bandos
          dispuestos a todo. La Policía envió a varios uniformados a resguardar
          el edificio de la avenida Charcas, temían que allá se cometa el cri-
          men. Desde las 17 horas de aquel domingo negro nada extraño ocu-
          rrió, los canales de televisión informaban que la Policía montó un
          operativo para dar con los presuntos asesinos de un candidato presi-
          dencial. Se supo que a las 20 horas una patrulla policial estuvo ron-
          dando por el túnel del aeropuerto El Trompillo, los uniformados
          estuvieron varios minutos como decimos, montando guardia, y como
          no advirtieron nada extraño abandonaron el lugar.

          Minutos después, una persona misteriosa hizo una llamada a la sede
          de Arenal, Segundo Chaparro contestó la llamada.
          -Van a matar muy pronto a Euclides Santacruz en el túnel del aero-
          puerto El Trompillo. Chaparro replicó: ¿quién habla?, pero esa per-
          sona colgó el teléfono. Eran las 20:10 aproximadamente.
          Fue cuando Chaparro, después de colgar el teléfono, se perdió del
          mapa y se convirtió en traidor.

          Muchos años después de los sucesos narrados, que lamentablemente
          acabaron con la vida de un hombre que soñaba ser presidente la na-
          ción, se fueron amarrando cabos sueltos y recién se supo lo siguiente:
          Al siguiente día de la matanza en el túnel de El Trompillo, en algún
          lugar de la capital oriental se escuchó lo siguiente: “Se supo que “el
          Napolitano” había pasado inadverido en la discoteca Macondo,
          cuando Mata Hari y Euclides comenzaron a discutir. Se advertía que
          Euclides y Mata Hari  tenían serias desavenencias, después salieron
          a la calle, no se comprendía exactamente lo que ella le decía, le ha-
          blaba en francés y algunas palabras en español, en realidad eran gritos
          histéricos de una mujer poseída por el demonio. ¡Salaud! ¡Nique ta
          mere!, gritaba ella. Benvenuti luego se dirigió a la Casa del Camba
          a dar la mala noticia.
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