Page 332 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz
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          firió la soledad y la compañía de su madre y hermanos, pero de nadie
          más. Se aburrió de los noticieros porque no informaban nada nuevo del
          crimen, daban vueltas y vueltas con las mismas suposiciones con tesis
          infundadas. Se dedicó a repasar los temas sobre arquitectura.
          Un día decidió marcharse con la firme intención de no regresar nunca
          más, pero luego recapacitó y se dijo a sí misma que sus familiares no
          merecían eso. Cuando se marchó y el avión volaba sobre el mar Caribe,
          Alejandra comprendió que estaba en una soledad absoluta, lo que que-
          daba era la historia de un gran amor entre un hombre y una mujer que
          siempre se recordarán, y en el fondo de ese abismo solo quedaban re-
          cuerdos y los castillos de arena que ambos soñaron una vez.

          Alejandra lloró su tragedia, lloró de pena y dolor, de sentirse sola, aban-
          donada. Regresaba a Estados Unidos con las ilusiones rotas, con las es-
          peranzas frustradas, ya sin esperanza de volver a encontrar al amor de
          su vida. Estaba devastada por el drama que le tocó vivir, sentía miedo
          de volver a enamorarse y otra vez fracasar, pensó en conocer “El Paraíso
          Escondido” y construir el balneario que una vez soñaron con Euclides
          y quedarse a vivir allí para toda la vida. Le confortaba el recuerdo del
          día que velaron al candidato de Arenal, cientos de cruceños fueron a
          darle el pésame, muchas autoridades hicieron lo mismo, el gran ausente
          fue su padre.

          Tiempo después, Alejandra regresó a la ciudad donde vivió y murió el
          amor de su vida. Se sorprendió y se desilusionó porque la urbe cruceña
          le pareció lejana, aturdida, fría, sin hospitalidad ni amparo, ya no le ins-
          piraba los sentimientos de otros años.

          Vio con nostalgia que la capital del departamento de Santa Cruz no
          había cambiado mucho, los sueños de Euclides naufragaron, la ciudad
          estaba sucia, caótica, desordenada, vendedores ambulantes copaban las
          calles, el caos vehicular era más que evidente. Visitó la tumba de su
          madre solamente, el abismo que se abrió por la relación con su padre
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