Page 54 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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          Según la descripción de Tomás Moro, la isla fue creada artificial-
          mente por sus habitantes, cortaron el istmo que la unía al continente.
          El resultado fue un cinturón de tierra en forma de media luna, con
          una bahía en el centro. La república se componía de cincuenta y cua-
          tro ciudades-estado, incluyendo una capital, Amaurota, ubicada en
          el centro de la isla.  Pero “El Paraíso Escondido” no estaba en una
          isla, estaba en tierra firme a orillas del río Paraguá, en el corazón de
          la Chiquitania, en el oriente de Bolivia.

          Entonces, el gran desafío era la organización política, social y eco-
          nómica del floreciente pueblo.

          Se decidió echar a andar al pueblo bajo las costumbres arraigadas en
          la región, dejando de lado lo que describe Moro sobre la sociedad.
          Había que respetar las costumbres innatas que tiene el chiquitano,
          como su apego a la laboriosidad, el respeto por los demás, la solida-
          ridad, etc. Cuando el naciente pueblo fue fundado, los pequeños pro-
          blemas originados en pequeñas reyertas eran solucionados entre los
          vecinos, claro, todo bajo la mirada de Anastasio Santacruz, uno de
          los primeros pobladores de “El Paraíso Escondido”. Todos trabaja-
          ban, unos labrando la tierra, otros producían café, caña de azúcar,
          arroz; otros criaban ganado, algunos recolectaban asaí para su indus-
          trialización, otros se dedicaban a la pesca, que abunda en este paraíso
          creado por Dios; abundan el surubí, pacú, piraña, sábalo, raya, tam-
          bién existe la tortuga de agua, cuya carne es exquisita, y muchos más;
          otros eran recolectores de frutas silvestres como la mangaba. La cues-
          tión es que no existían desocupados.

          En los primeros años de existencia de este pueblo existía el trueque
          entre los habitantes de este bello lugar, donde tampoco había esclavos
          ni servidumbre. Poco a poco, los habitantes de “El Paraíso Escon-
          dido” fueron modernizándose, construyeron una pequeña pero pin-
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