Page 55 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
P. 55
La trágica noche de Santacruz 45
toresca iglesia, un sacerdote una vez al mes se trasladaba desde San
Ignacio de Velasco para celebrar la santa misa, se construyó una her-
mosa plaza rodeada de bellas palmeras, chontas y pachiuba, asi-
mismo rodeaban a la plaza plantas de palmitos y cusi, había también
flores aromáticas como orquídeas y patujú.
Con el pasar de los años, Anastasio Santacruz, con sus propios
recursos, adquirió el primer motor de energía eléctrica que co-
noció este paraíso. Los días sábados y domingos se iluminaba la
pequeña plaza para que los habitantes del lugar donde nació Eu-
clides Santacruz asistan a dar unas vueltas, las parejas se enamo-
raban. Así fue que floreció un pueblo en medio de la inmensidad
de la Gran Chiquitania.
“El Napolitano” trazó las calles de norte a sur y de este a oeste, todas
iguales como se describe en la Utopía, todas las calles y avenidas
eran de doble vía, al centro una jardinera donde plantaron patujúes
cada cinco metros, cuando estas plantas florecieron parecía un pueblo
tricolor bellísimo. Alguien sugirió que este pueblo se llame “El jardín
del Bajo Paraguá”. Las casas fueron construidas todas iguales, con
dos puertas, una que daba a la calle y otra a un huerto de orquídeas.
La población se organizó, no en forma patriarcal como en la Utopía,
sino en familias naturales y nada más.
Uno de los atractivos de este pueblito perdido en el extremo noreste
del departamento de Santa Cruz eran sus cautivadores y extraordi-
narios atardeceres, cuando los rayos del sol comienzan a esconderse
en el lejano horizonte, un color amarillo empieza a mostrarse en el
horizonte cuando el ocaso del astro rey comienza a culminar. No sé
porqué, pero el paisaje domina el espíritu de los habitantes donde
vivía “el Napolitano”. En primavera y verano los atardeceres en este
bello lugar son fascinantes, alucinantes, se admira las tonalidades de
los atardeceres que son de color rojo, rosa, amarillo y esmeralda que