Page 12 - LIBRO BUENO

Magali García Oliva

su trayectoria y sus artistas favoritos.

Mauricio y yo sin lugar a duda éramos el equipo perfecto, mientras yo
analizaba el entorno, él indagaba sobre la señora. Así descubrió que justo en
el mismo punto en que se encontraba, frente a una réplica interactiva de La
última cena, se sentaba una señora muchos días, aunque como le apuntaba el
recepcionista y taquillero a Mauricio, ya hacía tres días que no aparecía por
allí.

–Era tan entrañable… –decía– que la echaba de menos.

La mujer no vivía en el pueblo, llegaba todos los días por la mañana con su
chófer, se sentaba frente a la reproducción digital de la obra y jugaba con la
pantalla interactiva, todos los días a la misma hora, todos los días los mismos
37 minutos.

Pedimos al recepcionista que nos llamara si volvía a aparecer, Mauricio

un teléfono móvil en Italia que no nos relacionaba con nuestras verdaderas
identidades.

Volvimos al hotel con la sensación de vacío, una buena pista se desvanecía,
tendríamos que encontrar algo más oculto entre la información de que
disponíamos. Lo mejor para empezar de cero y mirar desde otra perspectiva
era relajarnos en el spa y aclarar ideas: las luces, la música, el sonido del
agua, Mauricio… sólo las risas de unos turistas en los chorros de agua fría
consiguieron que volviese a pensar en el caso.

Camino de la habitación nos llamó la recepcionista, teníamos un mensaje,
qué extraño. Al abrirlo palidecí, no podía articular palabra, se lo mostré a
Mauricio; el mensaje decía “Deja de buscarme, será lo mejor para todos”.

¿Cómo era posible que supiera que lo buscábamos? Quizás habíamos
hecho demasiadas preguntas pero aún así, ¿dónde estaba él? y ¿cómo sabía de
nosotros?

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