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La otra orilla


                                                        Pleamar



                                     Emociones que se pierden
                                     en la inmensidad de mis deseos,
                                     mar en crecida que me eleva,
                                     flujo que recorre mis pensamientos, mi vientre

                                     y me arrastra fuertemente
                                     contra las piedras,
                                     siento el impacto, su fuerza;
                                     pero a la vez su humedad irresistible
                                     en mi piel.

                                     Oleaje que ingresa fuerte a mi vida, me sumerge;
                                     pero a la vez se retira impasible,
                                     masa de aire
                                     que me congela
                                     y me hace preguntar si yo nací para el mar,
                                     dudas que me hacen alejar de ese torrente
                                     y mirar zonas áridas.

                                     Sin embargo, miro mi cabello
                                     que baila su propia danza,
                                     miro mis senos, mis curvas,
                                     mis comisuras, mis sombras
                                     siempre en movimiento,
                                     son aquellos que me bañan
                                     en anhelos, en impulsos,
                                     afectos que me hacen ver
                                     que en realidad soy ese mar.




                                                   Cambio de piel


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                                   Enredaderas que se prenden en mis recuerdos,
                                   laberintos que se forman en mi piel,
                                   deseos furtivos cuyos nombres afilados como agujas

                                   me rodean, me retienen,
                                   rasgan  mi interior.

                                   Soy la presa aletargada, devorada cada día,
                                   por aquellas bestias indolentes,
                                   que atraviesan distancias,
                                   recorren mi mente con imágenes.

                                   Veneno que quema y agosta,
                                   punzantes heridas,  cavidades intensas,
                                   polución blanquecina, anegos,
                                   es  mi cambio de piel.
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