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La otra orilla
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Realmente ya es una casa
pues aconteció en ella una muerte
tramo del pie enlutado
ausencia trascendida
y en el recinto
como hoguera la carne
de febril finitud
y aquella muerte no se agazapa
más bien se levanta
a una altura mayor que la casa
porque lleva en sí otras muertes
expansivas
entonces
lleno de cortinas amarillas la casa
hasta enceguecer las ventanas
y sofocar a la muerte durmiente
porque soy al filo de la indeseada
el orate que le canta
a su desértico paso
el que la acicala
con polvos nocturnos
hasta simular unos ojos
unos labios turgentes
ya que necesito de su agonía
96 más que la muerte de su muerte
verla reír de entre las sombras
o desde su levante vacío
y la despierto abruptamente
de su eterno sueño
para bailar con ella un tango de Troilo
perdió mundo mas no casa
la Parca
y aunque no tengo sus párpados
de piedra
ni el aliento de la noche
que la sustenta
me emparejo con esta
levedad que deambula
descalza
bebiendo de su oceánica
sed