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La otra orilla

Néstor Araníbar

Llueve en Praga

Llueve en Praga
y Franz al igual que yo
sufre/ tiene el corazón
quebrado.
La sangre/ como el Danubio
de sus ojos inocentes/
acelera el ritmo de sus
palabras.
Creó una manera de decir las
cosas/ a pesar que el amor
por la dama de sus sueños/
se estimaba.
Quizá tengamos en común/
la desolación.
La dama que agita mis
noches/ aún no corresponde
la savia de mi aliento/ y
ambos ―en tiempos
distintos por supuesto―

miramos el azul del infinito/
esperando quizá/ una dádiva
del azar.
No imaginó que Jakobson
98 fundaría una orden casi
eclesiástica/ de la lengua/
de sus atributos/ sus
dogmas y la furia de su
propia génesis.
Aquí/ aquello es sólo parte
de un pequeño aprendizaje.
Yo estoy empeñado en
deslizarme por la orilla de su
casa y tener el dominio de
sus actos.
Me atrae lo que la rodea/ las
respuestas sencillas/
esenciales/
y el miedo por seguir en lo
mismo.