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Sucede en un diez por ciento de los tipos de apego. Se da cuando un niño
tiene una necesidad y el cuidador reacciona de forma exagerada —suele
darse con padres muy emocionales y ansiosos—. Son bebés que responden
con gran angustia a la separación de su madre o de sus figuras de apego.
Se entremezclan comportamientos de apego seguro con otros de protesta o
resistencia. La clave de este tipo de apego inseguro está en la inconsistencia
de los padres; es decir, presentan una actitud contradictoria y errática. El niño
no sabe qué esperar y no tiene confianza en que sus padres sean capaces de
responder a sus demandas.
Si lo analizamos con la strange situation de Mary Ainsworth, estos son
aquellos que exploran el ambiente de forma poco relajada alejándose de su
figura de apego y vigilando constantemente que esta no les abandone. En el
caso de la investigación, los niños seguían angustiados cuando la madre
volvía a la habitación.
Lo que observó Ainsworth es que esas madres tenían una gestión
emocional inestable. Es decir, en algunas ocasiones respondían a las
llamadas de su hijo con cercanía y cariño y en otras con indiferencia o gran
angustia. Mary Ainsworth se percató de que los pequeños con perfil inseguro
ansioso no querían separarse de su madre y sufrían mucho al alejarse de ella.
Cuando se marchaba, gritaban y lloraban hasta el punto de enfadarse. Lo
curioso es que cuando volvía su madre, seguían angustiados y algunos
arqueaban la espalda como manteniendo cierta distancia. ¿La razón? Se
activaba en ellos un temor a volver a ser abandonados por ella y de cierta
manera se resistían a ser calmados.
Esto puede darse, por ejemplo, en familias donde uno de los padres
abandona el hogar o donde la relación es de ida y vuelta. En las separaciones
o divorcios, momento de enorme vulnerabilidad para los hijos, hay que
cuidar de forma especial cómo se transmite a los hijos la razón de la ruptura y
cómo se realiza el contacto con el padre/madre que se marcha. Ser claros, no
culpar a ninguno, generar un ambiente seguro y aportar serenidad a pesar de
ese momento de enorme dolor previene de dañar el apego seguro que pueda
existir.
De igual modo, si los padres vuelven tras una época de crisis, esto puede
convertirse en una alegría para los niños, pero también en una situación de
temor por la posibilidad de que vuelvan a separarse. Se reactiva el miedo al
abandono. Esto no significa que todo hijo de padres separados vaya a