Page 112 - Encuentra tu persona vitamina
P. 112
sentimientos a los demás no tiene una repercusión o respuesta positiva del
entorno más cercano. Crecen pensando que sus emociones y sentimientos no
son importantes para las personas más próximas y, por tanto, reprimen y
anulan mucho de lo que sienten. Prefieren no depender emocionalmente de
nadie. Un signo con el que se puede reconocer a estas personas —¡incluso
desde joven!— es que parecen pequeños señores: muestran una imagen de
independencia y madurez. Esa frialdad emocional a veces se traduce en
personas que tratan con aires de superioridad a otros, con cierta soberbia,
cinismo o dureza.
Estas personas presentan dificultad para establecer vínculos sanos con los
demás y sufren profundamente por ello. Desde fuera dan una impresión de
personas fuertes e independientes, pero muchas veces se trata de una coraza
detrás de la cual existe una profunda inseguridad. Este apego no deja de ser
un mecanismo de protección para no sufrir más.
Suelen tener problemas a la hora de gestionar sus emociones o expresarlas.
Suelen ser alexitímicas: personas con dificultar para hablar o compartir su
mundo emocional. Por tanto, cuando alguien se aproxima o intenta entablar
una relación más íntima, no saben gestionarlo y sufren por ello.
Les cuesta mostrar realmente cómo son y prefieren controlar lo que
expresan, usando más la cabeza que el corazón. Tratan a veces al otro como
en un manual y no como les dictan los sentimientos.
En el experimento de Mary Ainsworth, la clave estaba en que estos niños
se mostraban indiferentes cuando su madre se alejaba de la habitación y no
expresaban alegría a la vuelta de ella. Incluso evitaban la cercanía con sus
padres, pero siempre sin mostrar emoción. Lo importante es saber que
internamente sí estaban somatizando —conducción dérmica, taquicardia y
niveles de cortisol elevados en los momentos donde se alejaban sus padres
—.