Page 114 - Encuentra tu persona vitamina
P. 114
especializado y a los pocos días me manda un mensaje: «Ayúdame, quiero
cambiar y sanar mi apego». Hemos ido desmontando patrones aprendidos que
le hacen sufrir, ella ha ido quitando capas y practicando con el corazón. Ha
aprendido a expresar cariño —físico y verbal—. Su relación con Gustavo ha
mejorado muchísimo y —¡ambos lo saben!— he apostado por ellos como
pareja para el futuro. Al estar los dos en terapia individual, la evolución ha
sido muy favorable.
E L CASO DE H ÉCTOR
Héctor es alto, serio y distante. Se dedica al mundo docente y noto que en consulta le cuesta relajarse
y no se encuentra cómodo.
—Mi mujer me quiere dejar, dice que soy un témpano de hielo —me responde al preguntarle qué le
ocurre.
Héctor es hijo de padres separados; su madre les abandonó cuando era pequeño y se marchó con
otro hombre con el que fundó una nueva familia. Vivió durante un par de años con su padre, pero este
cayó en una profunda depresión y decidió marcharse a casa de los abuelos, quienes podrían atenderle
y cuidarle. Me habla de su madre desde la rabia y el rechazo:
—Me abandonó, se marchó y solo me llama por mi cumpleaños. Creo que la odio.
Los abuelos eran personas muy frías, muy conservadoras y poco expresivas.
—Nadie me enseñó a hablar de emociones, nunca me sentí especialmente querido por las personas
cercanas a mí.
Se refugió en los estudios, era un alumno brillante y sacaba notas excelentes.
—He estudiado tres carreras y realizado dos tesis doctorales. Doy clases en varios grados y soy
profesor de una escuela en Inglaterra a la que acudo dos veces al mes.
Héctor únicamente se relaja hablando de temas intelectuales o profesionales. En cuanto giro la
conversación hacia la relación con su mujer me dice:
—Nos conocimos en la universidad en Reino Unido. Ella era profesora de otro departamento,
tuvimos que realizar una investigación conjunta y al poco comenzamos a salir. Es una mujer inteligente,
pero en mi opinión demasiado sentimental.
Cuando me cito con ella, me encuentro con una chica extrovertida, pasional y muy lista.
—Me enamoré de la cabeza de Héctor, no he conocido a nadie que razone igual. Nos casamos a
los pocos meses de conocernos, pero hoy, y más durante la pandemia, la convivencia se ha hecho
insoportable. Es cero cariñoso y empático. Resulta imposible hablar de emociones con él, es
profundamente hermético. Me he hartado, no puedo más.
El caso de Héctor es complicado. Hay heridas en la infancia severas —el
abandono de su madre, la depresión de su padre y la frialdad de los abuelos
—. Nunca tuvo un apego sano y seguro de pequeño y jamás sintió que sus
emociones importaran a otros. Lleva varios meses en terapia, está siendo una
labor lenta, ya que hay mucho que desbloquear y sanar, pero va entendiendo y
aceptando el plano afectivo de la vida y su mujer nota poco a poco los
progresos que van sucediendo dentro de él.