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Nunca había sido consciente de que arrastraba un apego inseguro ansioso y
repetía patrones con Álvaro. Tras haber trabajado su biografía, sus heridas y
su gestión emocional, avanza cada vez más en su camino hacia un apego más
sano con su marido e hijos.
2. EVITATIVO
Aquí lo que sucede es que la madre desatiende de forma reiterada las
necesidades del bebé impidiendo que se desarrolle de manera sana el
sentimiento de confianza. Le deja llorar y no responde a sus llamadas de
necesidad y cuidado. Si percibe que su hijo es excesivamente sensible,
vulnerable o débil, puede rechazarlo, ya que no se siente orgullosa de él.
Como ya he explicado, estos padres suelen provenir de una educación
donde se les ha inculcado que dejar llorar al niño o ignorar sus necesidades
favorece su autonomía y desarrollo. También puede tratarse de padres poco
afectivos, excesivamente exigentes, emocionalmente poco preparados o con
problemas para gestionar sus emociones.
Estos niños han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, pues no
reciben el apoyo que necesitan y aprenden a vivir sintiéndose poco queridos
y valorados. Los padres no están disponibles cuando se les precisa.
Si es un niño que recibe castigos por llorar, quejarse o pedir ayuda,
aprenderá a reprimir sus sentimientos para poder estar cerca de sus padres
sin ser rechazado. Esa es la razón por la que se vuelven independientes y se
valen por sí mismos desde pequeños. Sienten que no necesitan de nadie y que
el hecho de abrirse o pedir ayuda les hace vulnerables.
En el perfil evitativo, el niño minimiza lo que le sucede; en el perfil ansioso
ambivalente, maximiza cualquier cosa para recibir la atención de sus padres.
Se cree que un veinte por ciento de la población presenta este estilo de
apego. Estos adultos han aprendido que mostrar sus necesidades o