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TOCARSE ES NECESARIO PARA LA SUPERVIVENCIA
LOS RECEPTORES DE LA PIEL
El roce, una caricia, la brisa… son sensaciones que llegan al cerebro a
través de unos receptores que se encuentran en la piel denominados
corpúsculos de Meissner y de Pacini. Son los encargados de captar aquello
relacionado con el tacto o las sensaciones térmicas. Desde los cambios de
temperatura, las caricias, los pellizcos, los golpes o la propia textura de la
ropa. Se encuentran en diferentes lugares corporales.
Cuando el receptor es estimulado, una señal parte hacia la corteza
prefrontal, que analiza qué tipo de estímulo ha llegado. Las mujeres tienen
una enorme sensibilidad en los dedos, se cree que es debido a que como
tienen manos de tamaño más pequeño que el hombre la red de receptores está
más poblada y perciben con mayor intensidad.
Los corpúsculos de Meissner captan los roces más sutiles y abundan en el
pulpejo de los dedos y en la boca y lengua. En cambio, los de Pacini se
encuentran más internos en la piel y se encargan del tacto de presión
profunda y de la sensación de vibración. Están sobre todo en las manos y en
los pies —ayudan, por tanto, a detectar amenazas—. Cuando abrazamos a
alguien, esa presión que sentimos viene activada por los corpúsculos de
Pacini. Ese abrazo va a ayudar a sentirnos mejor y a bajar nuestros niveles
de cortisol.
NO RECIBIR CONTACTO FÍSICO ENFERMA
En el confinamiento indagué e investigué sobre el tacto y las relaciones
humanas de forma intensa. El hecho de vivir aislados durante tantos meses