Page 22 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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¿Por qué buscamos un abrazo cuando tenemos miedo? Porque nos
reconforta y nos hace sentir bien. ¿Por qué rechazamos un alimento que
nos da asco? Porque comerlo nos podría hacer sentir mal. Nuestras
emociones siempre nos informan de nuestras necesidades y,
normalmente, nos marcan el camino hacia nuestro bienestar.
Cuando las emociones conllevan sensaciones agradables —como la
alegría— es fácil sentirlas; pero cuando tenemos alguna que suele
conllevar sensaciones desagradables, como el miedo, el enfado o la
tristeza —podemos llamarlas emociones «difíciles»—, ya la hemos liado.
¿Por qué? Porque duele y lo que duele lo evitamos por naturaleza.
Las emociones, al igual que las sensaciones, nos informan de cómo
estamos y nos dan la motivación para la acción que necesitamos,
ayudándonos a sobrevivir. Gracias a las emociones podríamos llegar a
ser conscientes de que no estamos en el trabajo adecuado, de que no
estamos descansando lo suficiente o de que no estamos conviviendo
con la persona más idónea para nosotros.
Por medio de pensamientos
Los pensamientos, al igual que las sensaciones y las emociones, son
información. ¿Sabes cuál es la función de tus pensamientos? La misma
que la de las sensaciones y la de las emociones: hacernos sobrevivir.
La mente nos hace pensar en las cosas que pueden ser importantes
para nuestra supervivencia, según las que hemos vivido en el pasado.
Podemos pensar en imágenes, recuerdos, planes de futuro, etc. Algunos
pensamientos los elegimos, pero otros nos vienen sin querer y de alguna
manera el cerebro se la trama para que nos creamos que lo que nos dice
es la realidad.