Page 24 - Llegada de los Hnos a Jinotega, Nicaragua FINAL
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C. La cruz en la peña, para cerrar el año 1920




               Frente a la escuela y de cara también a la Iglesia, se eleva resaltando sobre el espectáculo rocoso
               que rodea la ciudad, “La Peña de la Cruz”, llamada así porque sobre esa roca había antiguamente,
               a 100 metros por encima de la ciudad, una pequeña cruz de madera, desaparecida hace mucho
               por las inclemencias del tiempo.


               Nosotros, con el parecer del buen Padre Cervantes, a quien le sonreía la idea de dejar este
               recuerdo de su interinato en la Parroquia, nos decidimos volver a colocar allí el signo sagrado
               de nuestra Redención.


               Compartimos con mucho entusiasmo este deseo a la comunidad. Alegremente, vimos gran
               interés de nuestros alumnos de enaltecer los sagrados símbolos cristianos y en mutuo acuerdo
               acompañados del buen sacerdote, decidieron a partes iguales sufragar los gastos que se
               pudieran generar, para cumplir este deseo. Con mucho empeño se elaboró el diseño que fue
               encomendado a un carpintero de reconocida destreza para tan ardua labor.


                                               El 31 de diciembre de 1920, en cumplimiento de la promesa,
                                               una gran  cruz de  madera indestructible  fue sólidamente
                                               colocada con cemento sobre la roca.


                                               Para celebrar la bendición de esta obra cristiana, con un grupo
                                               de más de 500 personas subimos a la montaña, entre ellos el Jefe
                                               Político Don Emilio Quezada, quien iba a la cabeza, seguido
                                               de toda nuestra escuela, autoridades civiles y eclesiásticas,
                                               personajes icónicos y varios habitantes de la localidad. El
                                               Padre Cervantes, revestido con estola y sobrepelliz, bendijo
                                               solemnemente el nuevo calvario, en medio de los vítores
                                               entusiastas de la multitud y los cañonazos disparados por los
                                               soldados.




                            “Que el Divino Salvador se digne bendecir a nuestra escuela y
                                          la ciudad que se extiende a sus pies.”


                                                                      (El Director, Hno. Buenaventura León)












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