Page 19 - Llegada de los Hnos a Jinotega, Nicaragua FINAL
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5 INICIO DE LAS MATRÍCULAS Y
LAS CLASES
Entre tanto, desde el 7 de junio abrimos las
matrículas y en pocos días 250 niños estaban
inscritos; pero como no teníamos lugar suficiente
en ese local destartalado y húmedo, solamente
pudimos convocar a los tres primeros grados con
un total de 100 alumnos, siendo el inicio de las
clases el primero de Julio, quedando pendiente
de integrarse al ciclo escolar los otros 150 niños
hasta que obtuvieramos un local más adecuado.
El primero de Julio, efectivamente fue el día bendito en el que comenzamos nuestro apostolado
con los niños de Jinotega; ese día exclamé a lo alto: “Que el Divino Corazón de Jesús y nuestra
Buena Madre la Santísima Virgen, se dignen bendecir este trabajo y conceder a nosotros y a
nuestros sucesores, la gracia de salvar muchas pequeñas almas”.
Entre tanto, yo hacía reiteradas gestiones con las autoridades y la familia Padilla, para conseguir
la única casa de Jinotega adecuada para la comunidad y la escuela, a la vez. Esperaba con
impaciencia el resultado de las gestiones del querido Hno. Apolinar en Managua; finalmente,
en un urgente y lacónico telegrama, me respondió: “Estoy enfermo desde mi regreso, abandoné
el proyecto de casa Padilla, arréglense como puedan”.
Traté de arreglarme como podía, pero era más fácil decirlo que hacerlo. Estaba a punto de
hacer contrato con las casas “Pedro Gadea y Claudina Gadea” para alojar a la escuela y a la
comunidad, a pesar de que para ninguna de ellas convenían; pero urgía destrabar esa situación;
sin embargo, sentía ya un deseo casi irresistible de viajar a Managua a continuar las gestiones.
Fue entonces cuando San Benito, viendo mis angustias, escuchó mis súplicas y descubrió que era
el momento de actuar. Don Gregorio Padilla (Goyo blanco), al enterarse de la noticia, se percató
que si yo firmaba contrato con esas otras casas, su negocio se le esfumaba definitivamente, por
lo cual, apresuradamente, vino a ofrecerme aquello de lo que antes no había querido oír hablar,
“el alquiler” de su casa.
La inesperada oferta fue aceptada inmediatamente y de manera satisfactoria firmamos el
contrato, el cual posteriormente fue autorizado por el Ministro de Instrucción Pública vía
telegrama, siendo efectivo por dos años en el período de Agosto 1920 a Agosto 1922; con un
precio de C$ 60.00 mensuales. Finalmente, el jefe político, Don Juan Úbeda, firmó el contrato
a nombre del Gobierno.
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