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el trabajo, me respondió sonriendo, has lo que se te dé
la gana, pero de todas formas te voy a cobrar caro.
En menos que canta un gallo, la llanta quedó lista, la
subí al camión y desde la ventanilla le grité: ¡muchas
gracias, ahí me lo cargas a mi cuenta!
Como lo prometí, antes de una hora estaba tocando la
puerta, salió a abrirme la puerta su hija, le entregué la
llave y le di las buenas noches.
Cuando me subía al camión me gritó: ¡Hey deténgase,
deje por lo menos darle las gracias y pagarle!
Baje, me acerqué con una sonrisa maliciosa, cuando
estuve cerca me percaté de lo hermosa que era, me
limpié la mano y me presenté. Soy Guillermo Velasco,
no tengo titulo, hago de todo, tengo 19 años y aspiro
que algún día me regale una sonrisa.
Me regaló una enorme sonrisa y se ruborizó. Mi
nombre es Renata Cuellar, tampoco tengo titulo, toco
un poco el piano, mucho gusto y muchas gracias.
Ahora si, dígame cuánto le debo.
Señorita Renata, el servicio que les presté, de noche,
peligroso y rápido, carísimo.
¡Mi papá me dejó suficiente para pagar, ya tomamos en
cuenta todo!
Renata, cuando ayudo, nunca cobro en dinero, ya que
perdería totalmente su valor, yo cobro de otra forma.
¿Y cual es esa forma? Pido humildemente un favor.
¿Y cual es el favor? Quiero pedirle que el domingo me
permita acompañarle a misa de doce. Sonrió, yo no voy
