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a misa de doce, ¡Este único domingo si! además
pasearemos un poco por la plazuela, y después
acalorados, tomaremos una limonada y un poco de
fruta.
¿Y si no acepto? Aceptará porque yo nunca me
equivoco, pero en el caso contrario, hermosa y gentil
Renata, usted no me deberá nada.
Buenas noches. Espere, el domingo a las once, sea
puntual. Lo seré, muchas gracias, que sus sueños sean
tranquilos y hermosos.
El transcurrir de la semana, me lo imaginaba eterno,
entonces se me prendió el foco. Conociendo el horario
en el cual el Doctor daba consulta en el Ingenio,
astutamente fui a su casa, toqué la puerta, salió a
abrirla su hermana mayor, Rina, de adentro gritaron:
¿Quién es? Es un paciente que busca a papá, y
pregunta por una llanta.
Apareció Renata y con una gran sonrisa: ¡OH no! Otra
vez usted, si señorita, el trabajo quedo inconcluso, ¿que
tal si se poncha otra llanta? El Doctor me informó que
en el cuarto de los triques, la podía encontrar, con
permiso, pasé, me indicaron por donde, y un minuto
después salía con la mugrosa llanta, llena de telarañas,
cochinillas, lama y otras cosas, ¡Hasta mañana señorita!
Llegando al campamento procedí, después de una hora
de sucio trabajo la llanta quedo como nueva.
La tarde siguiente nuevamente tocaba la puerta, en esta
ocasión abrió Renata, ¡Válgame Dios, a poco compro