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2.2. El amor en la sociedad y la cultura
Esta importancia del amor en la vida cristiana no se limita al ámbito de las re-
laciones interpersonales. Dada la naturaleza social del ser humano, el amor
tiene que:
— Abarcar toda su dimensión social: los amplios campos de la economía, la
política, la cultura…
— Impregnar todas las realidades y estructuras sociales en las que se desarrolla
la realidad humana.
Recuerda que el papa San Juan Pablo II, refiriéndose a cada cristiano, lo ha
definido como constructor de la Civilización del Amor.
Estos ejemplos te ayudarán a comprender cómo se puede ser constructor de
la Civilización del Amor en los campos social, político y cultural.
En el campo social
No basta con que ayude con mis aportaciones económicas a los habitantes de un país
subdesarrollado.
• Tengo que plantearme qué condiciones harán más justo el comercio mundial o qué se
puede hacer con la deuda externa de este país para que no queden ahogadas, de
entrada, sus posibilidades de desarrollo.
En el campo político
No es suficiente cumplir personalmente aquellas leyes que me afectan.
• He de aportar todo aquello que me sea posible para crear las condiciones necesarias
para construir una sociedad más justa, más libre, más fraterna e igualitaria, en el
municipio, en la comunidad autónoma, en el Estado o incluso a niveles más cercanos,
como en la familia, en la escuela, en el grupo de amigos y amigas, etc.
En el ámbito cultural
No puedo limitarme a un consumo individual de buenos productos culturales.
• En la medida de las propias posibilidades, he de implicarme en la creación y difusión
de formas de pensar que ayuden a una sana convivencia y a un entorno cultural más
positivo.
En su perspectiva social, cada uno puede concretar el amor en diversos aspectos. Entre ellos se pueden destacar los
siguientes:
• Poner los medios que estén a nuestro alcance para que las leyes garanticen el reconocimiento de la dignidad de todas y cada
una de las personas, el reconocimiento efectivo de sus derechos fundamentales.
• Trabajar por acrecentar el bien común, es decir, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones
y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y fácil de la propia perfección (Gaudium et Spes, N.° 26).
• Criticar aquellas realidades que oprimen a la persona y a los grupos humanos, e intentar transformarlas en otras que sean
más dignas de las personas.
• Hacer presentes, en la vida y las estructuras sociales, aquellos valores del Evangelio que las puedan hacer más cercanas al
proyecto de Dios sobre ellas: el amor, la justicia, la opción preferencial por los pobres…
• Aportar gratuita y desinteresadamente la propia colaboración a proyectos colectivos que promuevan un crecimiento en la
dignidad de las personas, un aumento de su calidad de vida, un refuerzo de los lazos de solidaridad…
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