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1.2. La paz, don de Dios
                                                                        y deseo profundamente humano


                                                                    Abordar el tema de la paz después de haber hecho un aná-
                                                                    lisis de la guerra y la violencia en nuestro mundo entraña el
                                                                    riesgo de limitar la paz a la ausencia de guerra declarada
                                                                    o de conflictos armados.
                                                                    Es evidente que con esta descripción estamos bastante
                                                                    lejos de lo que es realmente la paz.
                                                                    Una definición de paz más rica y precisa se la debemos a
                                                                    san Agustín, para quien la paz es:

                                                                                    La tranquilidad en el orden.

                                                                    Se trata de una buena definición, siempre que se entiendan
                                                                    adecuadamente tanto tranquilidad como orden, ya que ni
                                                                    se trata de la paz de los cementerios ni del orden a cualquier
                                                                    precio, por ejemplo, un orden sin libertad.
                                                                    En realidad, la paz siempre es una realidad en construcción
                                                                    y necesita la colaboración de todos.
                                                                    Es indudable que no basta una paz exterior si no va acom-
                                                                    pañada de la paz de los corazones.
                                                                    Sólo podemos hablar de verdadera paz cuando se trata de
                                                                    esta paz profunda, que supone:


                                                                     • Una actitud confiada y disponible hacia Dios.
                                                                     • La aceptación cordial de nosotros mismos, de nuestra his-
                                                                       toria, de nuestras posibilidades y limitaciones.
                                                                     • La aceptación sincera de los otros con sus diferencias y el
                                                                       respeto cordial a los demás.

                                                                    De hecho, la Sagrada Escritura se refiere a la paz con la pa-
                                                                    labra hebrea shalom. Es un término que tiene un significado
                                                                    muy amplio que ninguna palabra de nuestro idioma puede
                                                                    recoger plenamente.


                                                                     Esta paz es:
                                                                     • El deseo de Dios para todos los hombres, que los ángeles
                                                                      cantan al anunciar el nacimiento de Jesús: Gloria a Dios en lo
                                                                      alto y en la tierra paz a los hombres que él ama (Lc 2, 14).
                                                                     • El saludo característico de Jesús Resucitado a sus discípulos
                                                                      porque con Él se ha hecho realidad la salvación plena y de-
                                                                      finitiva de Dios: La paz esté con ustedes (Lc 24, 36).
                                                                     • Un don de Dios que se nos confía a los hombres y mujeres
                                                                      como tarea que desarrollar, tanto en nosotros mismos como
                                                                      en los distintos ámbitos de nuestra vida.


                                                                    Mucho más allá de la tranquilidad y del orden, la paz es una
                                                                    situación de plenitud y de salvación radical.




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