Page 230 - LADF LIBRO MANUAL
P. 230

“ LAS   ANDANZAS   DE  FILOMENO “


            Cuando llegaron a un sauce la rana paró, y de un salto perfecto se sumergió en un

            charco. Filomeno se apoyó en el tronco del sauce a esperar, extrañado.

            ―Ha desaparecido la ranita ―pensó Filomeno.


            No pasó más de un minuto cuando, de repente, de aquel charco misterioso salieron

            dos  ranas  en  vez  de  una,  y  rápidamente  continuaron  el  sendero  por  el  bosque.
            Filomeno, sin tiempo para pensar mucho más, continuó siguiéndolas.


            No llovía, ni hacía sol, pero se notaba que había llovido. El suelo estaba húmedo y
            numerosos charcos daban color al camino, con las copas de los árboles reflejadas en

            sus aguas.

            Casi sin darse cuenta, Filomeno estaba inmerso en una aventura, siguiendo a dos

            ranas en aquel bonito bosque lleno de grandes árboles y charcos misteriosos.

            Las dos ranitas verdes dieron un salto complicado para salvar un obstáculo de un

            tronco  de  roble  tirado  en  mitad  del  sendero,  que  hizo  sudar  a  Filomeno  cuando
            segundos después le tocó a él pasarlo, pero sin más continuó siguiendo a los dos

            intrigantes anfibios hasta que volvieron a sumergirse en un nuevo charco. Esta vez
            era un charco más grande y con un arbusto con hojas anaranjadas en el centro. En

            un abrir y cerrar de ojos, las dos ranitas desaparecieron en la profundidad del charco
            y allí esperando se quedó Filomeno, nuevamente, apoyado y escondido detrás de un

            ciprés.

            Esta  vez  tardaban  sumergidas  más  tiempo  que  en  el  anterior  charco,  lo  que  hizo

            ponerse  un  poco  inquieto  a  nuestro  amigo,  que  seguía  alerta  detrás  del  bonito
            ciprés. De repente, volvieron a aparecer las ranas, pero esta vez salieron tres, para

            sorpresa de Filomeno, que no pudo recrearse mucho en ver aquella imagen de tres
            anfibios saliendo del charco porque, rápidamente, continuaron avanzando por otro

            sendero hacia el norte del bosque.

            Ya se había marchado la mañana de sábado, se acercaban las dos de la tarde cuando

            el  cielo  se  oscureció,  el  viento  apareció  violentamente  y  algunas  gotas  de  agua
            comenzaron  a  caer;  eran  gotas  frías  que  al  impactar  en  el  rostro  de  Filomeno  le

            causaban  cierta  molestia,  pero  insuficiente  como  para  que  nuestro  amigo
            abandonase aquella incursión en el bosque detrás de las ranas.





                                                                                                              230
                                              www.Filomenoyelfutbol.com
   225   226   227   228   229   230   231   232   233   234   235