Page 233 - LADF LIBRO MANUAL
P. 233
“ LAS ANDANZAS DE FILOMENO “
Llegó la noche y con ella la hora de dormir de Filomeno, que tardó un poco más que
de costumbre en quedarse dormido, pensando en las pobres ranas amenazadas por
el gigante pescador con su maléfica red.
Al día siguiente, se despertó con una idea en la cabeza. Sin darse cuenta había
soñado un plan para salvar a las ranas, un plan que consistía en extender por la
cueva el ungüento mágico que dejaba dormido durante doce horas a cualquier
humano que entrase en contacto con él. Era pócima que trajo el padre de Filomeno
de una de sus aventuras por el océano Índico.
Desayunó como siempre jarabe de canela, ordenó su habitación y buscó en el baúl
de la biblioteca el ungüento para atrapar al gigante malvado. Entre trastos,
amuletos y objetos de cualquier parte del planeta encontró la pócima mágica del
sueño, llena de polvo, nunca usada antes, embalada con un cuero marrón.
Salió de su casa y se dirigió hacia la Plaza de los Marineros y desde allí se adentró en
el bosque por el sendero de la montaña, pero antes fue a buscar a su amigo Julián
para pedirle que le acompañase en aquella arriesgada misión.
Al llegar a la maravillosa charca de las ranas, Julián se quedó sorprendido de tan
bonito lugar, pero sin más tiempo para contemplaciones fueron a la cueva y, al ver
que no había nadie, Filomeno untó el ungüento del sueño por el suelo de la entrada
de la cueva, lugar en el que inevitablemente pisaría con sus grandes pies descalzos
en malvado pescador; mientras Julián devolvió a la charca las decenas de ranas que
de nuevo estaban atrapadas en la red.
A toda prisa, volvieron a salir de aquel lugar, pues querían evitar que el hombre
gigante les descubriera. Se acercaba la hora del almuerzo y de la siesta, así que sin
demorarse soltaron la red en la cueva y regresaron al pueblo.
Antes de anochecer, los dos amigos volvieron al lugar; era una bonita tarde y tenían
la esperanza de que el ungüento del sueño hiciera efecto al ser pisado. Al llegar a la
cueva, Filomeno hizo un nudo con la cuerda que llevaba en el árbol de la entrada y
accedió con sigilo, sin hacer ruido, quedándose Julián fuera vigilando.
Allí, en el suelo, tumbado e inmerso en un profundo sueño, estaba el gigante
malvado.
233
www.Filomenoyelfutbol.com