Page 242 - LADF LIBRO MANUAL
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“ LAS ANDANZAS DE FILOMENO “
―¡Filomeno, Filomeno, hijo! La cena está preparada, ¡vamos, hijo, deja de leer!
―exclamó desde la escalera del sótano la madre.
Despertó así de aquel sueño en forma de libro que había tenido Filomeno, que
leyendo toda la tarde quedó entusiasmado por la historia de Fray Sandalio y el rey
Serapio.
―Qué bonita historia ―susurraba mientras caminaba hacia la cocina.
Aquel libro sirvió a Filomeno para aprender que no hay que juzgar a la gente sin
conocerla. Y así ocurrió un año más tarde cuando al puerto llegó un barco desde
China, cargado de cañas de bambú. Filomeno estaba en su piedra mirando al
horizonte y vio cómo un hombre adulto, un poco jorobado y con aspecto sucio y
maloliente bajaba del aquel barco y se dirigía hacia donde él se encontraba.
Filomeno no se inmutó y siguió observando el mar, en aquella tarde de primavera
tan bonita y apacible.
―Hola, pequeño, ¿dónde puedo comer y beber algo? Estoy hambriento y muero de
sed ―dijo el señor jorobado a Filomeno.
―Hola, señor, me llamo Filomeno, y si lo que quiere es beber y comer, puede ir en
aquella dirección, y pregunte por la calle del Trigo, allí le venderán lo que necesita.
―Gracias, Filemón ―respondió el señor jorobado.
Entre risas casi silenciosas (por la confusión de aquel señor al pronunciar su nombre)
siguió Filomeno contemplando el mar, mientras el otro caminaba puerto arriba
hacia el pueblo.
Al llegar al pueblo, un grupo de niños comenzaron a reírse del señor jorobado, que
tenía remiendos por todas partes y un dedo de los pies asomaba al aire. Pero éste
no les hizo caso, acostumbrado a que se rieran de él por su aspecto, siguió andando
hacia la calle que Filomeno le había dicho.
Entró en una tienda de frutas y al verlo le invitaron a salir, no vendiéndole nada, de
forma que cuando quiso entrar en las demás tiendas el señor de la tienda le
esperaba en la puerta indicándole que estaba cerrando.
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