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“ LAS   ANDANZAS   DE  FILOMENO “


            Desde el puerto, repleto de gente, pues estaba inaugurando el alcalde junto a los

            vecinos  la  siembra  de  cinco  nuevas  palmeras,  comenzaron  a  mirar  el  barco,  que
            llamaba la atención por el brillo del oro.


            Al  llegar  al  puerto,  la  expectación  era  máxima,  tanta  que  Ramiro  el  Agonías
            (mercader del pueblo) se puso en primera línea para recibir a tan importante barco

            con tan valiosa mercancía.

            Bajó  desde  la  embarcación  Celedonio,  esta  vez  con  mejores  atuendos,  y  aunque

            seguía jorobado, su aspecto era mucho mejor que el de hacía un año, y se dirigió
            hacia Filomeno, que estaba sentado en la roca. Celedonio llevaba en la mano una

            talega  roja  llena  de  monedas  de  oro,  y  mientras  caminaba  hacia  su  amigo,
            numerosos vecinos se dirigían a él:


            ―Bienvenido, señor, es un placer que su tripulación atraque en nuestro puerto.


            Pero Celedonio no respondía, parecía sordo ante los comentarios halagadores de los
            vecinos.


            ―Está usted invitado a la taberna, le esperamos en el almuerzo ―le comentaba el
            señor regente de la taberna de Los cuatro vientos.


            ―¡Oohh! ―exclamaban asombrados un grupo de niños que vieron como Celedonio
            se sacaba una moneda de oro de su interior mostrándola a Filomeno.


            ―Celedonio, me alegro de verlo.


            ―Hola, Filemón, tengo prisa, pero no podía pasar por aquí sin darte este regalo de
            agradecimiento.


            Abrió Celedonio la talega roja y vació las monedas de oro en el suelo, a los pies de
            Filomeno, cuando se volvió a escuchar:


            ―¡Oohh! ―exclamaron con asombro la totalidad de los vecinos allí presentes al ver

            tantas monedas de oro.

            Tras una pequeña charla, se despidieron los dos amigos y Filomeno le deseó buen

            viaje, así que recogió las monedas del suelo, las introdujo en la talega roja y, feliz,
            caminó  hacia  su  casa  para  mostrarle  aquel  regalo  tan  especial  a  su  madre,





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