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56                        Dr. William Soto Santiago

            más  lo  terrenal,  lo  perecedero,  que  lo  espiritual,  que  el
            Programa  de  Dios;  y  no  saben  que  haciendo  eso  están
            perdiendo  la  bendición  celestial.  Aunque  de  momento,
            cuando  ellos  hacen  ese  cambio,  dicen:  “¿Ven?  Ahora
            prospero,  ahora se me resolvieron esos problemas,  ahora
            están  contentos  los  míos,  mi  familia  ya  está  contenta,
            porque ya no estoy en ese Programa espiritual”.
               Así le aconteció a Esaú: ya había resuelto el problema
            del  hambre,  ya no  se  moría  de  hambre,  ya  estaba muy
            contento. Y Jacob, como le vendió o le cambió la comida
            por la primogenitura; pues Esaú estaba muy contento, ya no
            tenía hambre, ya no se moría de hambre.
               A lo mejor Jacob estaba muerto del hambre porque no
            comió; se la dio  a Esaú; pero  estaba su corazón lleno de
            alegría y de felicidad, porque había logrado ese negocio (la
            primogenitura  en  ese  negocio  que  había  hecho  con  su
            hermano).
               Su hermano quizás pensó, Esaú quizás pensó: “Él cree
            que  la  primogenitura  la  va  a  tener  porque  me  dio  esa
            comida, y yo le dije: es tuya la primogenitura”. Pero Jacob
            por fe lo creyó. Y la cosas de Dios, las promesas de Dios,
            se reciben por la fe.  Por la fe Jacob hizo ese negocio:  el
            mejor negocio de su vida.
               Así  que Esaú podía mirarle  a Jacob y decir:  “Mira el
            tonto este, está muerto del hambre; yo me comí todo lo que
            preparó; y ya estoy muy contento yo, y ahora él está muerto
            del hambre”.
               Pero  Jacob  estaba  sufriendo  temporeramente,  una
            situación terrenal, pero tenía algo eterno.
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