Page 142 - e-book
P. 142
AUTOR Libro
aguda—. Carlisle me dijo que ahora estabas con Tanya.
Aquello le hizo detenerse y cavilar.
—Tanya me gusta mucho, y su hermana Irina aún más. Nunca antes había
permanecido tanto tiempo en un sitio, pero aunque disfruto de las ventajas y de la
novedad del asunto, las restricciones son difíciles. Me sorprende que cualquiera de
ellos haya podido aguantar tanto tiempo —me sonrió con gesto de complicidad—. A
veces, hago trampas.
No pude tragar saliva. Comencé a mover con cuidado un pie hacia atrás, pero
me quedé petrificada cuando el parpadeo de sus ojos rojos le llevó a observar el
movimiento.
—Ah —repuse con voz débil—, Jasper también ha tenido ese tipo de problemas.
No te muevas, susurró la voz. Intenté acatar la orden, pero resultaba difícil. El
instinto de poner pies en polvorosa era casi incontrolable.
—¿De verdad? —Laurent parecía interesado—. ¿Se fueron por ese motivo?
—No —respondí con sinceridad—. Jasper se muestra más cuidadoso en casa.
—Sí —Laurent se mostró de acuerdo con eso—. También yo.
El paso hacia delante que dio en ese momento fue totalmente deliberado.
—Al final, ¿te encontró Victoria? —pregunté con voz entrecortada, a la
desesperada, para distraerle.
Fue la primera pregunta que se me ocurrió, y me arrepentí de haberla hecho en
cuanto la hube formulado. Victoria, que me había dado caza con James para luego
desaparecer, no era alguien en quien me apeteciera pensar en ese momento.
Pero la pregunta le detuvo.
—Sí —contestó mientras dudaba si dar otro paso—. De hecho, he venido aquí
para hacerle un favor... —puso mala cara—. Esto no le va a hacer feliz.
—¿Esto? —repetí con entusiasmo, invitándole a continuar.
Mantenía la mirada fija en los árboles, lejos de mí, y aproveché su distracción
para dar un paso atrás a escondidas.
Volvió a mirar y me sonrió. La expresión le hizo parecer un ángel de cabellos
negros.
—El que yo te mate —repuso en un seductor arrullo.
Tambaleándome, retrocedí otro paso. El frenético gruñido de mi cabeza
dificultaba que pudiera oír.
—Ella querría reservarse esa parte —continuó con aire despreocupado—.
Parece estar un poco molesta contigo, Bella.
—¿Conmigo? —grité.
Movió la cabeza y rió entre dientes.
—Lo sé, a mí también me parece ponerse la camisa del revés, pero James era su
compañero y tu Edward le mató.
Incluso allí, a punto de morir, su nombre rasgaba mis heridas abiertas como un
arma de filo dentado.
Laurent hizo caso omiso de mi reacción.
—Pensó que sería más apropiado matarte a ti que a Edward, un intercambio
- 142 -