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AUTOR                                                                                               Libro
               mano.
                     —¿No   es   un   poco   pronto   para   el   almuerzo?   —pregunté   con   toda   la
               despreocupación de la que fui capaz en un intento de distraerle.
                     —No, sólo estoy guardando algo para llevarme al río...
                     —Ah, ¿te vas a pescar hoy?
                     —Bueno,   me   ha   llamado   Harry   y   no   está   lloviendo...   —había   apilado   un
               montón de comida mientras hablaba. De repente, alzó los ojos de nuevo, como si
               hubiera comprendido algo—. Oye, ¿quieres que me quede contigo ahora que Jake
               está fuera?
                     —No importa, papá —le respondí, esforzándome por sonar indiferente—. Los
               peces pican más cuando hace buen tiempo.
                     Me miró fijamente con la indecisión grabada en el semblante. Sabía que se
               preocupaba, que temía dejarme sola en el caso de que volviera a ponerme depresiva
               otra vez.
                     —Lo digo de verdad, papá —rápidamente inventé una mentirijilla, ya que
               prefería estar sola a tenerle todo el día mirándome—: Creo que voy a llamar a Jessica.
               Tenemos que estudiar para un examen de Cálculo y su ayuda me vendría muy bien.
                     En parte era cierto, pero de todos modos iba a tener que resolverlo sin su ayuda.
                     —Es una gran idea. Has pasado mucho tiempo con Jacob y tus otros amigos van
               a pensar que te has olvidado de ellos.
                     Sonreí y asentí como si me importara algo lo que pensara el resto de mis
               amigos.
                     Charlie comenzó a caminar, pero de pronto dio media vuelta con expresión

               preocupada.
                     —Pero vas a estudiar aquí, en casa, o en la de Jess, ¿verdad?
                     —Claro, ¿dónde, si no?
                     —Bueno es sólo que, como ya te dije, quiero que te andes con cuidado y
               procures evitar los bosques.
                     Estaba tan distraída que me costó un minuto comprenderle.
                     —¿Más problemas con los osos?
                     Charlie asintió con cara de pocos amigos.
                     —Hay   un   montañero   perdido...   Los   guardias   forestales   encontraron   su
               campamento a primera hora de la mañana, pero no hay señales de él por ninguna
               parte. Hay algunas huellas realmente grandes de animales... Por supuesto, pudieron
               haber acudido después al olor de la comida... De todos modos, ahora están tendiendo
               trampas por allí.
                     —Ah —repuse distraídamente.
                     En   realidad,   no   escuchaba   sus   advertencias.   Me   alteraba   mucho   más   la
               situación con Jacob que la posibilidad de que me mordiera un oso.
                     Me alegraba de que Charlie tuviera prisa. No iba a esperar a que llamara a
               Jessica, por lo que no tendría que seguir adelante con la charada. Realicé todos los
               movimientos apropiados, incluso recoger los libros del instituto sobre la mesa de la
               cocina para guardarlos en mi bolsa, y eso, probablemente, ya fue demasiado. Charlie




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