Page 93 - Manolito Gafotas
P. 93

Tenía ciento cincuenta pesetas. No era mucho. La verdad es que sólo llevaba
      ahorrando un fin de semana; eso no daba ni para comprar las bufandas esas a las
      que  mi  abuelo  tenía  tanto  asco.  Si  hubiera  tenido  dinero  me  hubiera  gustado
      comprarle  una  dentadura  postiza.  Es  que  la  que  tiene  se  la  hicieron  un  pelín
      grande y como se ponga a comer algo duro es un desastre mundial: acaba por
      quitarse la dentadura con el trozo de carne clavado en sus dientes postizos.
        Me  llevé  las  ciento  cincuenta  pesetas  al  colegio.  Estaba  a  punto  de
      gastármelas en el Puesto Azul —el Puesto Azul es el puesto del señor Mariano,
      que tiene todas las chucherías conocidas en uno y otro confín—, en una bolsa de
      canicas rojas que le han traído al señor Mariano desde China; pero me eché para
      atrás porque desde que el Imbécil estuvo a punto de ahogarse con mis canicas,
      mi madre las tiene bastante prohibidas. Nada de canicas. Luego vi unos sobres
      que tiene de indios, pero es que los indios del señor Mariano no se tienen de pie, y
      a mí me gusta que se tengan de pie para hacer una montaña con el cojín y poner
      a todos los indios asomando sus plumas por detrás, como en las películas. Nada
      de indios. Luego vi una peonza, pero ya tenía. Un yoyó, ya tenía… ¿A que no
      sabes lo que vi de repente, sin previo aviso? Una dentadura de Drácula. No tenía
   88   89   90   91   92   93   94   95   96   97   98