Page 139 - Frankenstein
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Para Elizabeth, que había creído firmemente
   en la inocencia de Justine, esto fue un duro gol-
   pe.
     ¡Ay! ––dijo––, ¿cómo podré volver a creer en
   la bondad humana? ¿Cómo habrá podido
   Justine, a quien yo quería como a una hermana,
   sonreírnos con aquella inocencia y después trai-
   cionarnos así? Sus dulces ojos parecían asegurar
   que era incapaz de aspereza o mal humor, y sin
   embargo ha cometido un asesinato. Al poco
   tiempo, nos comunicaron que la pobre víctima
   había manifestado el deseo de ver a mi prima.
   Mi padre no quería que fuese, pero dejó la deci-
   sión al criterio de Elizabeth.
     ––Sí iré ––dijo Elizabeth  . Aunque sea cul-
   pable.  Acompáñame    tú,  Víctor.  No  quiero  ir
   sola.
     La sola idea de esta visita me atormentaba,
   pero no podía negarme.
     Entramos en la celda desoladora, al fondo de
   la cual estaba Justine, sentada sobre un montón
   de paja. Tenía las manos encadenadas y apoya-
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