Page 162 - Frankenstein
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nubarrones dejaban caer una lluvia torrencial
   que contribuía a la impresión de tristeza que
   desprendía todo lo que me rodeaba. ¿Por qué
   presume el hombre de una sensibilidad mayor
   a la de las bestias cuando esto sólo consigue
   convertirlos en seres más necesitados? Si nues-
   tros instintos se limitaran al hambre, la sed y el
   deseo, seríamos casi libres. Pero nos conmueve
   cada viento que sopla, cada palabra al azar,
   cada imagen que esa misma palabra nos evoca.

       Descansamos; una pesadilla puede envenenar
                    nuestro sueño.
     Despertamos; un pensamiento errante nos empaña
                       el día.
      Sentimos, concebimos o razonamos, reímos o llo-
                       ramos.
       Abrazamos una tristeza querida o desechamos
                    nuestra pena;
         Todo es igual; pues ya sea alegría o dolor,
        El sendero por el que se alejará está abierto.
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