Page 160 - Frankenstein
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Sabía lo que este cambio brusco apenaría a mi
padre y preferí evitarlo, hasta haberme reco-
brado lo suficiente como para poder disimular
estos sentimientos que me dominaban. Supuse
que pasarían el día en el albergue, y dado que
yo estaba acostumbrado a la lluvia, la humedad
y el frío, decidí ir solo a la cima del Montanvert.
Recordaba la impresión que el inmenso glaciar
en constante movimiento me había causado la
primera vez que lo vi.
Entonces me había llenado de un éxtasis que
prestaba alas al espíritu, permitiéndole despe-
garse del mundo de tinieblas y remontarse has-
ta la luz y la felicidad. La contemplación de
todo lo que de majestuoso y sobrecogedor hay
en la naturaleza siempre ha tenido la virtud de
ennoblecer mis sentimientos y me ha hecho
olvidar las efímeras preocupaciones de la vida.
Decidí ir solo, pues conocía bien el camino, y la
presencia de otro hubiera destruido la grandio-
sa soledad del paraje.