Page 158 - Frankenstein
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tumbaba en la hierba, vencido por el horror Y la
desesperación. Llegué a Chamonix a las ocho
de la noche. Mi padre y Elizabeth se hallaban
muy cansados; Ernest, que también había veni-
do, estaba entonado y alegre, y su estado de
ánimo sólo se veía turbado por el viento sureño
que prometía traer consigo lluvia al día siguien-
te.
Nos retiramos pronto, mas no para dormir; al
menos yo no pude. Permanecía largas horas
asomado a la ventana, contemplando los páli-
dos relámpagos que jugueteaban por encima
del Mont Blanc, y escuchando el rumor del Ar-
ve, que corría bajo mi ventana.
Capítulo 2
El día siguiente, contra los pronósticos de
nuestros guías, amaneció hermoso aunque nu-
blado. Visitamos el nacimiento del Arveiron, y
paseamos a caballo por el valle hasta el atarde-
cer. Este paisaje, tan sublime y magnífico, me