Page 250 - Frankenstein
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la vivienda, abandoné el lugar, y me adentré en
   el bosque para buscar cobijo.
     Ahora que el mundo se abría ante mí, ¿a dón-
   de debía dirigir mis pasos? Decidí huir lejos del
   lugar de mis infortunios; pero para mí, ser
   odiado y despreciado, todos los países serían
   igualmente hostiles. Finalmente, pensé en ti.
   Sabía por tu diario que eras mi padre, mi crea-
   dor, y ¿a quién podía dirigirme mejor que a
   aquel que me había dado la vida? Entre las en-
   señanzas que Félix le había dado a Safie se in-
   cluía también la geografía. De ella había apren-
   dido la situación de los distintos países de la
   Tierra. Tú mencionabas Ginebra como tu ciu-
   dad natal y, por tanto, allí decidí encaminarme.
     Mas ¿cómo había de orientarme? Sabía que
   debía viajar en dirección suroeste para llegar a
   mi  destino,  pero  el  sol  era  mi  único  guía.  Des-
   conocía el nombre de las ciudades por las cua-
   les tenía que pasar, y no podía preguntarle a
   nadie; pero, no obstante, no desesperé. Sólo de
   ti podía ya esperar auxilio, aunque no sentía
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