Page 254 - Frankenstein
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la y arrastrarla a la orilla. Se encontraba sin sen-
   tido; yo intentaba por todos los medios hacerla
   volver en sí, cuando me interrumpió la llegada
   de un campesino, que debía ser la persona de la
   que, en broma, huía la niña. Al verme, se lanzó
   sobre mí, y arrancándome a la pequeña de los
   brazos se encaminó con rapidez hacia la parte
   más  espesa  del  bosque.  Sin  saber  por  qué,  lo
   seguí velozmente; pero, cuando el hombre vio
   que me acercaba, me apuntó con una escopeta
   que llevaba y disparó. Caí al suelo mientras él,
   con renovada celeridad, se adentró en el bos-
   que.
     ¡Esta era, pues, la recompensa a mi bondad!
   Había salvado de la destrucción a un ser huma-
   no, en premio a lo cual ahora me retorcía bajo el
   dolor de una herida que me había astillado el
   hueso. Los sentimientos de bondad y afecto que
   experimenté pocos minutos antes se transfor-
   maron en diabólica furia y rechinar de dientes.
   Torturado por el daño, juré odio y venganza
   eterna a toda la humanidad. Pero el dolor me
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