Page 258 - Frankenstein
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cogí por la garganta para que se callara, y al
   momento cayó muerto a mis pies.
     Contemplé mi víctima, y mi corazón se hin-
   chó de exultación y diabólico triunfo. Palmo-
   teando exclamé:
     ––Yo también puedo sembrar la desolación;
   mi enemigo no es invulnerable. Esta muerte le
   acarreará la desesperación, y mil otras desgra-
   cias lo atormentarán y destrozarán.
     Mientras miraba a la criatura, vi un objeto que
   le brillaba sobre el pecho. Lo cogí; era el retrato
   de una hermosísima mujer. A pesar de mi mal-
   dad, me ablandó y me sedujo. Durante unos
   instantes contemplé los ojos oscuros, bordeados
   de espesas pestañas, los hermosos labios; pero
   pronto volvió mi cólera: recordé que me habían
   privado de los placeres que criaturas como
   aquella podían proporcionarme; y que la mujer
   que contemplaba, de verme, hubiera cambiado
   ese aire de bondad angelical por una expresión
   de espanto y repugnancia.
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