Page 239 - Frankenstein
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––Eso es lamentable. Pero, si está usted exen-
   to de culpa, ¿no les podría convencer?
     ––Estoy a punto de iniciar esa tarea, y es jus-
   tamente por ello por lo que siento tantos temo-
   res. Tengo un gran cariño por estos amigos.
   Durante muchos meses, y sin que ellos lo se-
   pan, les he venido prestando cotidianamente
   algunos pequeños servicios, no obstante pien-
   san que quiero perjudicarlos. Es precisamente
   ese prejuicio el que quiero vencer.
     ––¿Dónde viven sus amigos?
     ––Cerca de este lugar.
     El anciano hizo una pausa y continuó:
     ––Si usted quisiera confiarse a mí, quizá yo
   pudiera ayudarlo a vencer el recelo de sus ami-
   gos.  Soy  ciego  y  no  puedo  opinar  acerca  de  su
   aspecto, pero hay algo en sus palabras que me
   inspira confianza. Soy pobre y estoy en el exilio,
   pero me será muy grato poder servir de ayuda
   a otro ser humano.
     ––¡Es usted muy bueno! Agradezco y acepto
   su generosidad. Con su bondad me infunde
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