Page 240 - Frankenstein
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nuevos  ánimos.  Confío  en  que,  con  su  ayuda,
   no me veré privado de la compañía y afecto de
   sus congéneres.
     ––¡No lo quiera Dios! Ni aunque fuera usted
   de verdad un malvado, pues eso sólo lo llevaría
   a la desesperación y no le instigaría a la virtud.
   Sepa que yo también soy desgraciado. Aunque
   inocentes, yo y mi familia hemos sido injusta-
   mente condenados; y, por tanto, puedo com-
   prender muy bien cómo se siente.
     ––¿Cómo puedo agradecerle estas palabras?
   Es usted mi único y mejor bienhechor; de sus
   labios oigo las primeras frases amables dirigi-
   das  a  mí,  y  jamás  podré  olvidarlo.  Su  humani-
   dad me asegura que tendré éxito entre aquellos
   amigos a quienes estoy a punto de conocer.
     ––¿Cómo se llaman sus amigos    ;  ¿Dónde vi-
   ven?
     Guardé silencio. Pensé que éste era el mo-
   mento decisivo, el momento en que mi felicidad
   se confirmaría o se vería destruida para siem-
   pre. En vano luché por encontrar el suficiente
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