Page 346 - Frankenstein
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lia, la muerte de mi madre y mi partida hacia
Ingolstadt; recordé los escalofríos que me reco-
rrieron ante el alocado entusiasmo que me em-
pujaba hacia la creación de mi horrendo enemi-
go, y rememoré la noche en que vivió por pri-
mera vez. No pude continuar el hilo de mis
pensamientos; me oprimían mil angustias, y
lloré amargamente.
Desde que me había repuesto de la fiebre me
había acostumbrado a tomar cada noche una
pequeña cantidad de láudano, pues sólo con la
ayuda de esta droga conseguía obtener el des-
canso necesario para mantenerme con vida.
Torturado por el recuerdo de mis múltiples
desgracias, tomé una doble dosis y pronto me
dormí profundamente. Pero el sueño no me
liberó de mis pensamientos ni de mi desgracia,
y soñé con mil cosas que me atemorizaban.
Cerca del amanecer tuve una horrible pesadilla:
sentí cómo el malvado ser me oprimía la gar-
ganta; yo no me podía librar de su zarpa, y la-
mentos y alaridos resonaban en mi cabeza. Mi