Page 344 - Frankenstein
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maravilloso paisaje de la naturaleza; y estos
ataques de pesimismo sólo se veían interrum-
pidos por el paroxismo de la angustia y la de-
sesperación. En aquellos momentos, con fre-
cuencia intentaba poner fin a esa existencia que
tanto odiaba; y se precisaron un cuidado y una
vigilancia continuos para impedir que cometie-
ra algún acto de violencia.
Recuerdo que, al abandonar la cárcel, oí decir
a uno de los hombres:
––Puede que sea inocente del crimen, ¡pero
está claro que tiene mala conciencia!
Estas palabras se me quedaron grabadas. ¡Ma-
la conciencia!, era cierto. William, Justine, Cler-
val habían muerto víctimas de mis infernales
maquinaciones.
––¿Y cuál será la muerte que ponga fin a esta
tragedia? ––grité––. Padre, no permanezcamos
más tiempo en este horrible país; llévame don-
de pueda olvidarme de mí mismo, de mi propia
existencia, del mundo entero.