Page 88 - Coleccion d elibros de lectura
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estaban sofocados y sudorosos. Bajaron con tiento,
               cuidando dónde ponían los pies. ¡Qué espectáculo de
               desolación! ¡La milpa inundada y rota! ¡Los grandes
               árboles arrancados de cuajo! ¡El mar embravecido como
               una mala fiera! ¡El viento, que tarda en recuperar el sueño,
               rondando como un mal pensamiento!
                                         Llegaron rendidos a su casa.
                                         —¿Dónde está ese bribón? ¡Déjenme ponerle las manos
                                     encima! —gritó el Trueno Mayor, furioso porque Tajín se
                                     había llevado sus cosas y más furioso todavía porque la

                                     tormenta lo había dejado hecho una sopa.
                                         Pero no recibió respuesta. Nadie podía hablar. Los seis
                                     hombrecitos resoplaban penosamente para recuperar el
                                     aliento.
                                         —¡Entréguenme a ese granuja! Quiero azotarlo, triturarlo,
                                     machacarlo, picarlo, aporrearlo, molerlo, macerarlo,
                                     pulverizarlo… Ya después le pondremos un buen castigo.

                                                               El Trueno Mayor no podía
                                                           quedarse quieto. Se tiraba de los
                                                           bigotes, furioso. Estaba tan enojado
                                                           que acabó por provocar la risa de sus
                                                           hermanos. Sin embargo, lo que Tajín
                                                           había hecho no era cosa de risa; de
                                                           manera que los Truenos comenzaron
                                                           a deliberar para decidir lo que debían
                                                           hacer con el muchacho.
                                                               Tras discutir un buen rato, los

                                                           Truenos llegaron a una decisión.
                                                           Ataron fuertemente a Tajín y lo
                                                           llevaron al mar para tirarlo al  agua.
                                                               —Ahí llevan a Tajín —decían los
                                                           árboles sacudiendo gozosamente sus
                                                           ramas.









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