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Capítulo 2. Gárgolas en la Occitania
Y sin decir nada más, François agitó una mano al viento, de su palma emergió una nebulosa que los
rodeó por completo y todo se volvió gris. Cuando la bruma desapareció, Cloe se encontró en un barco
de madera. Atravesaban un río bordeado de plataneras alargadas.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? —la chica no entendía nada.
—Estamos en el canal de Midi, en la región de Occitania, ¿no querías conocer Francia?
—Sí, claro…, sólo es que… no sabía nada sobre… tu magia.
El Poulbot sonrió, pensaba en las sorpresas que se llevaría Cloe en los próximos días.
—¿Sabías que el canal de Midi es uno de los más antiguos de Europa?
—No sabía ni que existía —confesó Cloe, algo avergonzada.
—Por eso estoy yo aquí, para que lo conozcas. Es más, si continúas, llegas a otro canal y puedes
viajar desde el mar Mediterráneo al océano Atlántico.
—¡Atravesar Francia por el agua! ¡Eso sí que es una sorpresa!
Mientras navegaban, se oía el suave repiqueteo de unos cristales; era como una agradable melodía.
De pronto, el barco paró y el sonido también.
—¿Qué ocurre? ¿Se rompió?
—No, vamos a pasar por una esclusa.
—¿Una excusa?
—¡No! —rio François—. A veces nos encontramos con un desnivel. Para continuar, un mecanismo
debe nivelar las aguas. Si no, ¡caeríamos como por una cascada!