Page 8 - Cloe-y-el-poubolt-magico
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Visitaron también el castillo, la basílica de
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                                                                                                       verduras  frescas.  Cloe  se  sentía
                                                                                                       hambrienta,  así  que  François  la  llevó  a
                                                                                                       probar la cassoulet, el plato más típico de
                                                                                                       la zona. El chico olfateaba las habichuelas

                                                                                                       blancas y la carne con deseo. Ella intentó
                                                                                                       darle  una  cucharada,  que  cayó
                                                                                                       directamente al suelo, ya que, como todos
                                                                                                       sabemos, los espíritus mágicos no pueden

                                                                                                       comer.


                                                                                                       Más  tarde,  se  desplazaron  a  los  Altos
                                                                                                       Pirineos,  frontera  con  España.  Allí

                                                                                                       recorrieron el parque nacional de los Altos
                                                                                                       Pirineos, jugaron un rato con la nieve y se
                                                                                                       vieron  reflejados  en  las  cristalinas  aguas
                                                                                                       del lago de Gaube.



                                                                                                       —¡Gracias  por  mostrarme  la  Occitania!
                                                                                                       ¡Así  da  gusto  viajar!  —estaba
                                                                                                       entusiasmada.

                                                                                                       —¡Espera,  que  aún  no  te  mostré
                                                                                                       Roquefort!
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