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Visitaron también el castillo, la basílica de
Saint Nazaire y los puestos de frutas y
verduras frescas. Cloe se sentía
hambrienta, así que François la llevó a
probar la cassoulet, el plato más típico de
la zona. El chico olfateaba las habichuelas
blancas y la carne con deseo. Ella intentó
darle una cucharada, que cayó
directamente al suelo, ya que, como todos
sabemos, los espíritus mágicos no pueden
comer.
Más tarde, se desplazaron a los Altos
Pirineos, frontera con España. Allí
recorrieron el parque nacional de los Altos
Pirineos, jugaron un rato con la nieve y se
vieron reflejados en las cristalinas aguas
del lago de Gaube.
—¡Gracias por mostrarme la Occitania!
¡Así da gusto viajar! —estaba
entusiasmada.
—¡Espera, que aún no te mostré
Roquefort!