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—¿Dónde estamos? —Viajar con este Poulbot significaba vivir una sorpresa tras otra.
—Es una bodega de champán. Aquí, las botellas permanecen a una temperatura ideal, protegidas de
la luz y con todo lo necesario para que el champán sea excelente.
La vista de Cloe se habituó a la oscuridad y comenzó a advertir miles de botellas, colocadas casi
bocabajo, en un orden perfecto. Recorrió la galería subterránea hasta que sintió un poco de frío.
—¿Y si volvemos a la luz del sol? —Después de ver varias galerías idénticas, Cloe deseaba un
cambio.
Al instante, sintió de nuevo la luz del sol. Además, el viento azotaba con fuerza. Se encontraba en el
Grand Ballon, o el Gran Globo, uno de los puntos más altos de la cordillera de los Vosgos. Cloe
correteó por la cima y continuó por las crestas del parque natural regional de los Balones de los
Vosgos. Mientras contemplaba los bosques de abetos y hayas, escuchó el canto de un urogallo, de
los que ya quedan pocos en la Alsacia. Cuando paró a descansar, observó un mojón de separación de
terrenos, donde, por un lado, aparecía una letra “D” y por el otro una “F”.
—Antiguamente, servía para separar Francia de Alemania —explicó François—. La “F” corresponde a
Francia y la “D” a “Deutschland”, que significa Alemania en alemán.
—¡Cuánto sabes! —exclamó Cloe—. ¡Es una suerte que te pueda ver!
Cloe parecía agotada con tantas aventuras, así que el Poulbot la llevó a la ciudad de Lorraine, donde
la invitó a probar ni más ni menos que su típica quiche Lorraine y, de postre, las ciruelas Mirabel, unas
ciruelas locales, sabrosísimas y recolectadas ese mismo día.