Page 102 - Matilda
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oscuro y profundos ojos castaños sentada en la segunda fila.
—¿Qué has dicho? —preguntó airadamente.
—Que yo lo he leído, señorita Trunchbull.
—¿Leer, qué?
—Nicholas Nickleby, señorita Trunchbull.
—¡Me estás mintiendo, presumida! —gritó la Trunchbull, mirando
aviesamente a Matilda—. ¡Dudo que haya un solo niño en esta escuela que haya
leído ese libro, y tú, un renacuajo de infantil, quieres que me crea esa trola! ¿Por
qué lo haces? ¡Debes tomarme por tonta! ¿Me tomas por tonta?
—Bien… —empezó a decir Matilda, y luego dudó. Le hubiera apetecido
decir « Sí, tonta de remate» , pero eso hubiera sido suicida—. Bien… —dijo de
nuevo, aún dudando y negándose a decir « no» .
La Trunchbull adivinó lo que la niña estaba pensando y no le hizo ninguna
gracia.
—¡Levántate cuando hables conmigo! —ordenó bruscamente—. ¿Cómo te
llamas?
Matilda se puso en pie y dijo:
—Me llamo Matilda Wormwood, señorita Trunchbull.
—Wormwood, ¿eh? —dijo la Trunchbull—. En ese caso debes de ser hija del
propietario de Motores Wormwood, ¿no?
—Sí, señorita Trunchbull.
—¡Es un timador! —gritó la Trunchbull—. Hace una semana me vendió un
coche de segunda mano que decía que estaba casi nuevo. Entonces creí que era
un tipo estupendo, pero esta mañana, mientras conducía ese coche por el pueblo,
se le cayó el motor al suelo. ¡Estaba lleno de serrín! ¡Ese hombre es un timador
y un ladrón! ¡Voy a hacer salchichas con su piel, ya lo verás!
—Es listo para los negocios —dijo Matilda.
—¡Un bandido es lo que es! —gritó la Trunchbull—. La señorita Honey me
ha dicho que tú también eres lista. ¡Pues bien, mocosa, a mí no me gustan las
personas listas! ¡Son todas retorcidas! ¡Lo más seguro es que tú también seas
retorcida! Antes de pelearme con tu padre me contó algunas historias
desagradables de cómo te comportas en casa. Será mejor que no intentes nada
en esta escuela, jovencita. Desde ahora voy a vigilarte atentamente. Siéntate y
estate quieta.