Page 10 - 14 Copernico
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novedosa, sostenida por observaciones experimentales recogidas
                     por astrónomos de épocas y lugares muy diversos.  Copérnico se
                      hizo la típica pregunta del científico que se atreve a desdeñar los
                      caminos trillados: ¿ Y si no fuera así? Y su respuesta fue genial. Par-
                     tiendo de cero, olvidando las consideraciones filosóficas y teológi-
                      cas que lastraban la verdad,  reconsideró qué astro era el mejor
                      candidato para ser el centro del sistema planetario y terminó conclu-
                     yendo que era el Sol; y luego, basándose en las diferencias observa-
                      das entre las órbitas de Mercurio y Venus y las de los demás planetas,
                      colocó a la Tierra en su posición correcta dentro de todo el con-
                     junto, justificando que nuestro planeta se mueve sobre sí mismo.
                         Hoy día, los can1bios que introdujo Copérnico pueden parecer-
                     nos obvios. A nadie, salvo a algunos fundamentalistas de un color
                     u otro, se le ocurre cuestionarse actualmente el modelo heliocén-
                     trico. Lo que quizá no pensemos es que ese es su gran valor. Hasta
                     el extremo de que esto nos lleva sin querer a considerarlo trivial,
                     minusvalorando el cariz revolucionario que tuvo en su momento.
                     Ha calado tanto en el imaginario colectivo que nos parece algo
                      «natural», que no contradice en absoluto nuestra experiencia coti-
                     diana. Sin embargo, eso distaba mucho de ser así en los albores del
                     siglo XVI,  cuando Copérnico se planteó la necesidad de cambiar los
                     conceptos imperantes en la astronomía.
                         Copérnico rompió dos moldes. Uno, el de nuestra concepción
                     del sistema solar. El otro, más sutil, el general de cómo abordar el
                     conocimiento científico partiendo de combinar experimentación y
                     reflexión, olvidando los preconceptos acientíficos que emanan de
                     nuestra percepción o de ámbitos ajenos a la ciencia, como la reli-
                     gión o el mito. En ese sentido, revolucionó la ciencia y sus métodos
                     de trabajo. Forzó lo que hoy conocemos como «cambio de para-
                     digma», el abandono de una línea de pensamiento en favor de una
                     orientación radicalmente rompedora. Sin él, la ciencia moderna
                     habría tenido un desarrollo diferente.
                         La  «revolución copernicana» debe entenderse, pues,  a  dos
                     niveles.  En lo  concreto,  como la sustitución de la concepción
                     aristotélica y ptolemaica del universo por un nuevo modelo. En
                     un sentido más general, significó la ruptura con una manera de
                     concebir la realidad más influenciada por preconceptos que por la





          10         INTRODUCCIÓN
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