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ción en dos dimensiones del concepto de esfera armilar. En China
se construyeron esferas armilares desde el siglo I a.C.; algunas
tenían movimiento mediante ingeniosos mecanismos hidráulicos.
En esencia, la esfera armilar es un modelo de objetos estela-
res, con un conjunto de círculos, centrados. en la Tierra, que repre-
sentan las líneas de longitud y latitud celestes, así como otros
detalles astronómicos de interés, como, por ejemplo, la eclíptica.
No debe confundirse una esfera armilar con un globo celeste.
El segundo no es más que una representación de la bóveda estelar
mostrando las posiciones aparentes de las estrellas en el cielo; el
Sol, la Luna y los planetas se suprimen, debido a que sus posicio-
nes cambian a mayor velocidad.
En cambio, la esfera armilar (ilustración superior derecha de
la página anterior) es una estructura formada por un conjunto de
anillos que representan los principales círculos imaginarios que se
usan para describir los cielos. En la primera esfera armilar de la
página anterior están representados: el ecuador celeste (A), la
eclíptica (B), ambos trópicos, el de Cáncer (C) y el de Capricornio
(D), ambos círculos polares (E y F, respectivamente), el coluro
equinoccial (G) y el coluro solsticial (H).
Dentro de esas circunferencias hay un pequeño globo terrá-
queo con cada uno de sus polos alineados con el correspondiente
polo celeste, formando un eje (ilustración inferior de la página
anterior). Alrededor de este eje se puede rotar la Tierra para que
un meridiano dado pueda coincidir con un meridiano celestial
cualquiera. De esta manera, es posible hacer que la esfera interna
se mueva para simular el movimiento de nuestro planeta o que se
mueva la externa, simulando el movimiento de los cielos visto
desde la Tierra. Ajustados los meridianos, y moviendo adecuada-
mente los elementos, es posible realizar medidas de posición
apuntando hacia una estrella dada.
Por último, el triquetrum era un antiguo instrumento astronó-
mico que se empleaba para determinar la distancia cenital o altura
de los cuerpos celestes. Ptolomeo lo describió por primera vez, en su
Almagesto, y lo llamó «instrumento paraláctico». Se tiene constancia
de que Copérnico lo utilizó para medir el paralaje de la Luna, tema
este del que se hablará con más detalle en un momento posterior.
50 PRIMEROS AÑOS: LAS IDEAS CLÁSICAS