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En 1496 Copémico emprendió su primer viaje a Italia. Es de supo-
       ner que, tras los años de intenso estudio en Cracovia, la visita a
       Italia, cuna de las nuevas ideas renacentistas, tuvo que significar
       un importante estímulo para el joven. El país estaba atravesando
       una época muy convulsa, era un hervidero de conflictos armados
       entre los príncipes y repúblicas en que estaba dividido, complicán-
       dose aún más con las invasiones por las coronas de Francia y
       España, países que aspiraban a hacerse dueños de la península.
           Italia vivía una crisis total de los valores que habían inspirado el
       oscurantismo medieval y los transfonnaba en todos los frentes. El
       espúitu c1itico bania ideas preestablecidas y el pensamiento libre
       emergía como la manera de acercarse al conocimiento. La ciencia
       aparecía como un elemento transformador y habían surgido o esta-
       ban a punto de surgir nuevas visiones cuyo impacto sobre la socie-
       dad europea iba a significar un cambio irreversible. La invención de
       la imprenta, la adopción de la brújula, la fundición de metales, el
       microscopio o el telescopio son ejemplos de logros in1portantes con-
       seguidos o a punto de serlo. A ello hay que añadir la an1pliación del
       mundo conocido, la confirmación de la esfericidad de la Tierra, el
       estudio de la circulación de la sangre y,  cómo no, el modelo helio-
       céntrico que Copémico incubaba ya en su mente.
           En Italia existían en ese momento diez universidades. La de
       Bolonia, que era la más antigua, había sido fundada en el año 1088.






                                                 LA  EXPERIENCIA  ITA LIA NA   55
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