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una anécdota al respecto: tras oír hablar de David Hume (1711-
                     1776), pidió una de sus obras en la biblioteca, pero solo había un
                     ejemplar en inglés.  «Eso no importa», le espetó su hermano: si
                     todos los términos estaban bien definidos, no debería tener pro-
                     blema en entender el libro. Su padre le compró un diccionario que
                     no solo le permitió leer a Hume, sino que fue clave en su desarro-
                     llo científico al capacitarle para entender más adelante los artícu-
                     los de James Clerk Maxwell (1831-1879), su inmediato predecesor
                     intelectual.
                         El pequeño Ludwig pasó su infancia entre Viena, Linz y W els
                     (ciudades situadas en la Alta Austria),  debido al trabajo de su
                    padre. Inicialmente, no acudió a la escuela, sino que fue educado
                     en su propia casa por un tutor. También recibió clases de piano a
                     cargo del ya entonces famoso compositor Anton Bruckner (1824-
                     1896). Estas lecciones terminaron abruptamente cuando al maes-
                    tro se le ocurrió dejar una chaqueta mojada encima de la can1a;
                    la madre de Boltzmann lo despidió de modo fulminante. El futuro
                     científico, pese a todo, jamás dejaría de tocar el piano, una afi-
                     ción que le reportaría numerosos placeres a lo largo de su vida.
                    Él mismo relató su interpretación de una serenata de Schubert
                    tras una cena a la que fue invitado en la casa del magnate William
                    Randolph Hearst (1863-1951)  en 1905, durante su último viaje a
                    Estados Unidos.





                    UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN

                    Mientras Ludwig disfrutaba de sus clases de música,  el mundo
                    vivía una época convulsa. En 1848 apareció en Londres el Mani-
                    fiesto  comunista, firmado por Karl Marx (1818-1883) y Friedrich
                    Engels (1820-1895), que sintetizaba su visión de la historia y de
                    la lucha de la clase obrera. Pero no era solo este sector social el
                    que se hallaba incómodo en la Europa surgida de la Restauración
                    pactada tras las guerras napoleónicas: en todo el continente bu-
                    llía un sentimiento de rechazo a los absolutismos que culminó en
                    una ola de revoluciones populares. En Austria, tomarían un cariz






         18         EL NACIMIENTO DE  LA TERMODINÁMICA
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