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para que la acompañara ocupando una de las becas. Brooks, sin
embargo, rechazó la oferta, pues iba a contraer matrimonio, lo
que supuso el definitivo abandono de su carrera profesional.
Incluso el periódico The New York Times se hizo eco de su
marcha de Canadá. En McGill, Rutherford había llegado a publicar
69 trabajos científicos, de los que firmó 19 junto a Soddy. Había
logrado fama mundial, con un enorme reconocimiento por su tra-
bajo, pero su marcha no supondría ni mucho menos que su rendi-
miento fuera a flaquear.
« Un enorme almacén de energía latente reside
en los mismos átomos radiactivos.»
- ERNEST RUTIIERFORD.
Rutherford llegó a Mánchester en otoño de 1907 y su primera
preocupación fue disponer de material radiactivo. Desde el Insti-
tuto del Radio de la Academia Austriaca de las Ciencias le ofre-
cieron compartir con Ramsay parte de ese material. Tras algunas
disputas con este último -Ramsay solo pensaba dar a Ruther-
ford muestras una vez que él las hubiera usado-, desde Viena
acabaron por ofrecer a Rutherford muestras independientes. Otro
aspecto importante fue contar con un ayudante de primer nivel, y
esta vez lo encontró en Hans Geiger, que había llegado de Erlan-
gen (Alemania) para trabajar junto a Schuster en 1906.
En Mánchester, las primeras investigaciones de Rutherford
estuvieron dedicadas al análisis de las partículas alfa, iniciado en
1902. Quiso asegurarse de su composición, que ya había adelan-
tado años antes, y también quiso comprobar que era un tipo de
radiación idéntica con independencia de la fuente radiactiva de
la que brotara. Se trataba de una hipótesis que tampoco contaba
con apoyo experimental, y era necesario confirmar este aspecto.
Rutherford y Geiger idearon un tubo que permitía contabili-
zar rayos alfa, aparato que tras algunas mejoras añadidas por el
ayudante pasó a llamarse contador Geiger. Gracias al contador
pudieron establecer el número de partículas que emergían de una
fuente radiactiva. Como ya podían determinar la carga total que
102 LA DESINTEGRACIÓN RADIACTIVA